martes, 26 de febrero de 2019

La noche que el Forest volvió a creerse grande


El Nottingham Forest derrotó al Derby County (1-0) en el partido de Championship que ambos disputaron en City Ground en la noche del lunes. Un gol del defensa central tunecino Benalouane a los noventa segundos de juego decidió el encuentro y rescató el Trofeo Brian Clough para los locales, que llevaban sin ganar a sus eternos rivales más de cuatro años.

En esta amarga, larga y dolorosa travesía del desierto en la que el Forest ha coqueteado con el descenso más de lo debido y el gran héroe de la afición tiene que ser Bobby Zamora por aguarle un ascenso casi cantado al Derby County con un gol en el descuento en Wembley, cualquier victoria sabe a gloria. Pero es que el de este lunes no era un partido cualquiera. Era la oportunidad de recuperar el honor perdido durante tanto tiempo. Era también el último tren para intentar un asalto a las eliminatorias por el ascenso. Pero, sobre todo, se trataba de seguir una trayectoria ascendente en la que el Forest pueda volver a creer en sí mismo y se vea capaz de luchar por el título de la segunda inglesa.

Los años con Fawaz Al Hasawi al timón fueron duros, muy duros. Jugadores mediocres, entrenadores malos y muy poca ilusión. La afición perdió el ánimo y desertó de las gradas de City Ground. Esta temporada, primero con Aitor Karanka y ahora con dos leyendas como Martin O’Neill y Roy Keane, se ha recuperado la esperanza. Pero aunque los resultados hayan vuelto, aún queda camino por recorrer. Un equipo un poco inconsistente, a veces genial y otras pedestre, ha sembrado alguna duda. Faltaba ese momento culminante, ese partido en el que plantilla y afición comulgaran con un éxito ante un gran rival. Y llegó. En una noche inexplicablemente cálida de febrero, City Ground volvió a rugir como no lo hacía desde aquellos años en que el Forest era candidato al ascenso.

Porque esta victoria ante el Derby, y ante un impotente Richard Keogh que sólo supo provocar al joven canterano Ryan Yates preso de la frustración, supone algo más que tres puntos en la clasificación. Con un City Ground lleno hasta los topes, el equipo y la afición se complementaron a la perfección. Sobre el césped, trabajo, trabajo y trabajo. En las gradas, ruido, ruido y más ruido. Bufandas al aire como no he visto en este estadio nunca en los últimos doce años, la afición aupó al equipo en los últimos diez minutos de juego, que se le estaban haciendo un poco largos. La grada rugiendo y los futbolistas, brazos en alto, pidiendo aún más ruido. Una catarsis colectiva para recuperar, aunque solo sea por una noche, ese sentimiento de ser un grande, de ser una gran comunidad a orillas del Trent.

El Forest fue una roca ante las acometidas de un Derby que no supo cómo meterle mano. Nada mal para un “abuelo” de 66 años la lección táctica de Martin O’Neil ante el novato Frankie Lampard. El Forest minó la medular, con Watson, Colback y el joven Yates. Un infierno para Huddlestone que no supo cómo organizar el juego ofensivo de su equipo.

La estrategia se vio claramente beneficiada por el fallo defensivo de los carneros, que no supieron despejar un balón colgado al área por Lolley en el segundo minuto de juego y que aprovechó para rematar a gol, solo, Benalouane. El posterior, e inexplicable, fallo de Waghorn en un mano a mano con Pantilimon, impidió que cambiase el guión del partido. Con ese balón, que rozó agónicamente el poste, se perdió la única ocasión de los visitantes en todo el partido.

Un empate hubiese cambiado la dinámica, pero con el 1-0 en el marcador el Forest disfrutó a placer de su ejercicio defensivo. El Derby, sencillamente, no supo cómo deshacerse de la pegajosa presión con líneas altas del Forest. El éxito del “viejo” O’Neill obligó al Derby County a buscar un plan alternativo. Lampard dejó a Huddlestone en la caseta al descanso, prueba de que le estaban ganando la partida, y lo sustituyó por un extremo. El Derby intentó jugar mucho más por las bandas, dada la congestión del centro. Pero ahí tampoco tuvo éxito. Los balones colgados al área los sacaron siempre Milosevic y Benaluane, y las ayudas defensivas de Osborn, Colback y Yates a sus laterales fueron magníficas.

Mención aparte merece, una vez más, Joe Lolley. Quizás ayudó menos en defensa que sus compañeros, pero es que él es otra cosa. Un jugador sublime. Potente, rápido y habilidoso. Quedó siempre descolgado en ataque para dar un dolor de cabeza tras otro a Ashley Cole, que aún debe estar recuperándose. Lolley y Murphy fueron capaces de aguantar balones en el campo contrario en esos últimos diez minutos en los que el equipo parecía un poco cansado. Entre ellos y la grada se acabó de derrotar a los carneros.

No son tres puntos más para el Forest. Es la confirmación de que aún hay esperanza y que, si bien para esta temporada está muy difícil, este equipo y este club deben mirar hacia arriba porque, aunque les pese a muchos, el Forest sigue siendo un grande.

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