El Nottingham Forest
derrotó (2-1) al Middlesbrough en el partido de la cuarta jornada de
Championship que ambos disputaron en City Ground. Un gol de Daryl Murphy, de
penalti, mediada la segunda parte y otro de Barrie McKay en el primer tiempo
dieron la victoria a los dobles campeones de Europa en un choque que resumió a
la perfección lo que está siendo el equipo esta temporada: Dominio y fútbol
excelente mezclados con errores defensivos a la altura de Dobby el elfo y
sufrimiento para acabar, que esto es el Forest y no podemos tener ni un sábado
tranquilo.
Pero quedémonos con lo
positivo, que fue mucho ante un rival casi tan duro de pelar como la canción de Rebeca. El Middlesbrough
es un claro candidato al ascenso esta temporada, pero en los primeros cuarenta
minutos de partido casi no olió el balón. Fue el mejor fútbol que se le
recuerda al Forest en mucho tiempo. Vaughan y Bouchalakis forman un dúo de
mediocentros perfecto. A la mentalidad más defensiva del galés se suma ahora la
calidad del griego. Bouchalakis demostró además una inteligencia táctica que le
vendrá muy bien al equipo. Perfectamente escalonados, ambos supieron asociarse
para mantener el balón, pero también presionar al rival cuando fue necesario.
Por delante de la pareja de medio centros, una línea con tres magos del balón:
Osborn, Dowell y McKay. Los dos últimos se combinaron para crear arte en el primer
gol del Forest. Dowell recibió, de espaldas, un balón limpio de Vaughan que
rompió la primera línea de presión de los visitantes. El jovencísimo medio del
Everton orientó su control con una media vuelta exquisita y trazó un balón de
tiralíneas para que Barrie McKay aprovechase su desmarque. El escocés se
deshizo del portero rival con un toque y posó el balón en la red con el
segundo. Un gol para enmarcar y para que la grada, por fin, disfrutase.
Poco antes del descanso
se tuvo que retirar Vaughan con problemas musculares. Y ahí cambió el partido.
Entró Brereton para sustituir al galés, lo que desplazó a Osborn al medio pivote
junto a Bouchalakis. Con el cambio se perdió la iniciativa porque Osborn, a
pesar de su trabajo a destajo, no tiene las mismas cualidades defensivas que el
lesionado Vaughan. Aun así, el equipo no se descompuso como antaño, pero sí
tuvo que dedicarse a defender y no pudo dominar y atacar como lo había hecho en
la primera parte.
El Middlesbrough empezó a
dominar y tuvo ocasiones muy claras. Sobre todo Britt Assombalonga. El que
fuese héroe a orillas del Trent regresó convertido en un villano, como si
comandase las fuerzas de los mortífagos en su ataque a Hogwarts. Sin embargo,
la afición local respondió, varitas al aire, abucheando al delantero desde el
minuto uno. Y el efecto fue claro. Britt, normalmente un jugador jovial y
calmado sobre el terreno de juego, no supo controlar sus emociones. A ello
contribuyó también el capitán del Forest, Matt Mills. Perro viejo ya en esta
división, Mills no paró de intentar desestabilizar a Assombalonga. Y lo
consiguió. No fue ya que Britt fallase tres claras ocasiones ante Jordan Smith,
una de ellas con una brillante parada del portero y dos que se fueron a las
nubes. Sino que muchas veces Assombalonga acabó tomando la decisión menos adecuada
para el discurrir del juego. Centros que no venían a cuento, pases demasiado
largos, o entradas a destiempo. Entre todos consiguieron meterse en la mente de
Britt, como si de un hechizo confundus se tratase, y el delantero congoleño se
marchó de vacío en su regreso a Nottingham.
Mientras que la primera
parte fue, sin lugar a dudas, de lo mejor en mucho tiempo, los últimos diez
minutos de partido fueron típicos del Forest. Tras conseguir el segundo gol
gracias a Daryl Murphy, que transformó un penalti de Gibson sobre Brereton, el
Forest volvió a encajar en jugada a balón parado. Esta vez un córner al segundo
palo que no consiguieron despejar. A partir de ahí, el Middlesbrough lo intentó
de todas las maneras, pero fue con saques de banda largos hacia Gestede como
más peligro le creo al Forest. Es preocupante que siempre sea un fútbol tan
rudimentario, pero habitual en Championship, el que peor le siente a la defensa
del Forest. Tendrá que trabajar, y mucho, en ello si no quiere echar por tierra
la clara mejoría que está consiguiendo en otras parcelas del juego.
Pero lo que cuenta, al
fin y al cabo, es que tras el pitido final la victoria se quedó en casa. Y que
fue ante un rival de categoría. Hay que disfrutar y, sobre todo, quedarse con
lo positivo, que es mucho. Hay, por fin, razones para sonreír en Nottingham. Y
no sólo los niños.
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